En un contexto global aún marcado por las secuelas de la pandemia de COVID-19, el reciente brote de viruela del mono, también conocida como mpox, ha generado preocupación. Sin embargo, expertos en salud pública aseguran que esta enfermedad no tiene el potencial de convertirse en una pandemia de la magnitud del COVID-19. A pesar del aumento en los casos, las características de la viruela del mono y las medidas preventivas disponibles sugieren que su propagación será contenida de manera más efectiva.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho un llamado a la calma frente al brote de viruela del mono. Según Onda Cero, la OMS insiste en que, aunque es importante vigilar y controlar la situación, no existe motivo para el pánico generalizado. La viruela del mono, aunque contagiosa, no se transmite tan fácilmente como el virus del SARS-CoV-2. Además, la existencia de una vacuna específica, así como de tratamientos efectivos, reduce significativamente el riesgo de que esta enfermedad se propague descontroladamente.
Una de las principales razones por las cuales los expertos no anticipan una pandemia es la forma en que se transmite la viruela del mono. A diferencia del COVID-19, que se propaga rápidamente a través de partículas respiratorias en el aire, la viruela del mono se transmite principalmente por contacto directo con fluidos corporales o lesiones en la piel. Esto significa que es menos probable que cause una transmisión masiva en espacios públicos, lo que reduce el riesgo de una expansión global rápida, como ocurrió con el COVID-19. Como señala Euronews, este patrón de transmisión limita considerablemente las posibilidades de una pandemia a gran escala.
Otra diferencia crucial es el nivel de conocimiento y preparación existente en torno a la viruela del mono. Mientras que el COVID-19 sorprendió al mundo como un virus completamente nuevo, la viruela del mono es una enfermedad conocida desde hace décadas, principalmente en regiones de África Central y Occidental. Según la BBC, esto ha permitido que los sistemas de salud tengan ya en marcha protocolos y estrategias de control. La experiencia acumulada y la existencia de vacunas eficaces, como la utilizada contra la viruela humana, proporcionan una ventaja significativa en la lucha contra este brote.
Asimismo, la viruela del mono suele presentar síntomas visibles, como erupciones cutáneas, que facilitan la identificación y el aislamiento de casos, reduciendo así las posibilidades de transmisión inadvertida. Este factor contrasta con el COVID-19, que puede ser asintomático en muchos casos, lo que complicó su detección y contención temprana. Como resultado, los brotes de viruela del mono tienden a ser más fáciles de manejar desde una perspectiva de salud pública.
No obstante, a pesar de estas diferencias tranquilizadoras, los expertos subrayan la importancia de la vigilancia y la respuesta rápida para evitar la propagación del virus en comunidades vulnerables. La OMS ha instado a los países a intensificar sus esfuerzos de vacunación y a mejorar la educación sobre la prevención de la viruela del mono, especialmente entre aquellos que están en mayor riesgo. Según Euronews, la cooperación internacional será clave para controlar los brotes actuales y evitar un aumento significativo en el número de casos.
Imagen de The Conversation