El 5 de mayo de 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció oficialmente el fin de la emergencia de salud pública internacional por COVID-19, marcando un importante hito en la lucha global contra la pandemia. Esta decisión refleja un cambio significativo en la gestión de la crisis sanitaria que ha definido los últimos años.

Según La Vanguardia, la OMS tomó esta medida tras una exhaustiva evaluación del impacto del COVID-19 a nivel mundial. El organismo internacional determinó que, aunque el virus sigue presente, su amenaza ha disminuido en comparación con los niveles críticos alcanzados durante los picos de la pandemia. Este cambio en el estatus refleja la progresiva disminución de las tasas de infección grave y hospitalización, así como el avance en la vacunación y el desarrollo de tratamientos efectivos.

En un comunicado, la OMS destacó que la decisión de finalizar la emergencia no significa que el virus haya desaparecido o que el riesgo haya sido completamente eliminado. En cambio, indica un cambio en la forma en que se gestionará la pandemia, pasando de una situación de emergencia a una fase más gestionable y estructurada. La agencia continuará monitoreando la situación y trabajando en la vigilancia de nuevas variantes y brotes potenciales, pero la urgencia de una respuesta global inmediata ha disminuido.

El País subraya que este anuncio marca el cierre formal de una fase crítica de la pandemia que comenzó en marzo de 2020, cuando el COVID-19 fue declarado una emergencia de salud pública internacional. Durante este tiempo, el mundo experimentó desafíos sin precedentes, incluyendo bloqueos, restricciones de viaje y una carrera por desarrollar y distribuir vacunas. La decisión de la OMS refleja el éxito de las estrategias implementadas para controlar la propagación del virus y mitigar su impacto, aunque el virus sigue siendo una amenaza para la salud pública en varias regiones.

La declaración de la OMS también es un reconocimiento a los esfuerzos globales en la lucha contra el COVID-19. La cooperación internacional, los avances científicos y el compromiso de los profesionales de la salud han sido fundamentales para alcanzar este punto. Las campañas de vacunación, la implementación de tratamientos efectivos y las medidas de salud pública han jugado un papel crucial en la reducción de la gravedad de la enfermedad y en la protección de las poblaciones vulnerables.

El Mundo añade que, aunque la emergencia internacional ha terminado, los países deben seguir preparados para responder a posibles brotes y variantes del virus. La gestión del COVID-19 ahora se integrará en las estrategias de salud pública a largo plazo, con un enfoque en la vigilancia continua, el fortalecimiento de los sistemas de salud y la preparación para futuras emergencias sanitarias.

El fin de la emergencia internacional también trae consigo desafíos nuevos. Los gobiernos y las organizaciones de salud deberán enfrentar el impacto residual de la pandemia, que incluye cuestiones como el acceso desigual a las vacunas, las secuelas a largo plazo de la enfermedad y el restablecimiento de los servicios de salud que fueron interrumpidos durante la crisis. La transición hacia una fase de manejo prolongado requerirá una adaptación continua y la implementación de políticas que aseguren una recuperación equitativa y sostenible.