El fenómeno del cansancio prolongado en pacientes que sufren de COVID persistente ha sido objeto de un nuevo estudio que revela que esta fatiga tiene causas físicas subyacentes. Esta investigación proporciona una explicación científica para un síntoma que ha afectado a muchos pacientes desde la pandemia, destacando la necesidad de enfoques médicos y tratamientos más efectivos para quienes padecen esta condición debilitante.
Como informa La Vanguardia, el estudio ha identificado que el cansancio en los pacientes con COVID persistente no es simplemente un efecto psicológico o emocional, sino que tiene bases fisiológicas concretas. Los investigadores han encontrado que las alteraciones en el sistema inmunológico y en el metabolismo energético son factores determinantes en la sensación de fatiga extrema que experimentan estos pacientes. Las pruebas y análisis han mostrado que los niveles de ciertas proteínas y marcadores inflamatorios permanecen elevados en personas con COVID persistente, lo que sugiere una persistente respuesta inflamatoria en el cuerpo que contribuye a la sensación de agotamiento.
En La Sexta, se detalla que los estudios revelan que el cansancio asociado con el COVID persistente podría ser causado por una disfunción en la manera en que el cuerpo utiliza la energía. Las células de los pacientes parecen tener dificultades para generar la cantidad adecuada de energía, lo que lleva a una sensación constante de fatiga. Los científicos han observado que los mitocondrios, las estructuras celulares responsables de la producción de energía, pueden no funcionar de manera óptima en estos individuos. Este hallazgo refuerza la idea de que el cansancio no es solo un síntoma psicológico, sino una consecuencia tangible de alteraciones fisiológicas.
Por otro lado, La Razón amplía esta información al señalar que la investigación ha encontrado correlaciones significativas entre el cansancio persistente y ciertas anomalías en los biomarcadores relacionados con el metabolismo. La persistencia de síntomas como la fatiga en pacientes que han pasado por COVID-19 durante un período prolongado puede estar asociada con alteraciones en los niveles de oxígeno y en el equilibrio de sustancias químicas en el cuerpo. Estos hallazgos resaltan la complejidad de la condición y la necesidad de un enfoque multidisciplinario para abordar la fatiga prolongada.
El estudio también enfatiza la importancia de un diagnóstico preciso y un tratamiento adaptado para quienes padecen de COVID persistente. A medida que la investigación avanza, los médicos están mejorando su capacidad para identificar y tratar estos síntomas persistentes, utilizando nuevas herramientas y enfoques basados en los últimos descubrimientos científicos. Los resultados también sugieren que los tratamientos deben abordar tanto las causas subyacentes físicas del cansancio como los aspectos psicológicos para ser efectivos.
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